Tamaño: La mayoría de los escolítidos son pequeños, generalmente de 2 a 6 mm de largo.
Color: Varían en color, desde negro hasta marrón oscuro o rojizo.
Forma: Son de forma cilíndrica y tienen cuerpos robustos con una cabeza pequeña, generalmente oculta por el tórax cuando se los ve desde arriba.
Antenas: Tienen antenas cortas con una maza en el extremo, lo que les ayuda a sentir vibraciones en la madera.
La hembra pone sus huevos en galerías que cava dentro de la corteza o la madera de los árboles.
Las larvas, una vez que eclosionan, excavan túneles en la corteza o la madera, alimentándose del floema y del cambium, interrumpiendo el flujo de nutrientes del árbol.
Tras alimentarse y crecer, las larvas pupan dentro de la madera.
Los adultos emergen y repiten el ciclo. Dependiendo de la especie, algunos escolítidos atacan árboles muertos o debilitados, mientras que otros pueden atacar árboles aparentemente sanos, siendo los más destructivos.
Monitoreo Regular: Es crucial hacer monitoreos frecuentes en plantaciones y bosques para detectar signos de infestación temprana, como presencia de galerías en la corteza o acumulación de aserrín en la base de los árboles.
Manejo de Madera Afectada: Los árboles muertos o afectados deben ser retirados rápidamente para evitar que los escolítidos se propaguen a árboles sanos.
Trampas Cebadas: Se utilizan trampas cebadas con feromonas para capturar adultos y monitorear su presencia y densidad poblacional.
Control Biológico: Existen depredadores naturales, como algunos tipos de hongos patógenos y avispas parasitoides, que pueden ayudar a controlar las poblaciones de escolítidos.
Tratamiento Químico: En casos de infestaciones graves, se pueden utilizar insecticidas específicos aplicados a la corteza de los árboles para proteger las plantaciones.